Trabajar haciendo guiones

img_20160707_204440Llevo un buen tiempo sin pasarme por aquí. Es verdad, lo sé y lo siento, pero ha sido por una buena causa. Después de mucha pelea, después de mucho llamar a un millón de puertas y de ver cómo la mitad de las veces ni me abrían y la otra mitad me contestaban (poniendo carita de lástima) que no necesitaban comprar ninguna enciclopedia, después de haber hecho un buen puñado de proyectos y haber intentado venderlos aquí y allá… después de todo, por fin, he conseguido dedicarme a vivir de escribir guiones.

Jorge en Hable con ellas

Ha sido en La Fábrica de la Tele, en un programa que muchos conoceréis y que se llama HABLE CON ELLAS. Pues bien, de un día para otro, después de tanto insistir, me vi embarcado en este proyecto tan chulo que era resucitar un programa que había sido retirado de la programación en un par de ocasiones.

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La experencia no ha podido ser mejor. El equipo ha sido maravilloso. Trabajar con gente tan capaz, tan creativa, tan arriesgada, tan loca y a la vez tan con los pies en la tierra es algo que le deseo a todo el mundo. Entre todos y gracias a todos hemos sido capaces de levantar esa pequeña catedral gótica que es un programa de televisión en prime time.

Se te ocurren locuras y van los directores y te las compran

Una de las cosas más chulas de trabajar en la tele es que se te ocurren locuras, las sueltas por esa boquita que Dios te dio y resulta que te las compran, que gustan, que se gasta tiempo y dinero y energía en hacerlas realidad. Así se han llevado a cabo en el programa carreras olímpicas con patinetes, descensos del Sella desde un tobogán hinchable (con piñazo de Alba Carrillo incluido), entradas con tractores, atascos de coches a las puertas del plató, duchas de moco verde a una de las presentadoras o carreras de una de las invitadas (nada menos que Terelu Campos) en una cinta estática.

hableconellas

Una compañera de producción me dijo un día que admiraba muchísimo a los guionistas, que éramos muy creativos, que estábamos todo el día inventando cosas. Lo que no sabía ella es que lo más admirable de todo es conseguir que todas esas ideas se hagan realidad.

De todo este periplo me queda, sobre todo, el agradecimiento a la productora por haber confiado en alguien tan obviamete desquiciado como yo y la experiencia de haber hecho posible un programa de televisión con un grupo de gente estupendo.

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Ahora empieza una tarea difícil. Una vez que el programa ha cuplido su ciclo toca buscar (de la manera que sea) un nuevo proyecto, una nueva oportunidad, otro tren que esté a punto de salir de la estación o que se haya puesto ya en marcha y al que le falte un fogonero. Yo estoy a disposición de ustedes, amigos productores y jefes de equipo. Soy bien mandado y a veces cuento chistes absurdos. Además invito a café de cuando en cuando.

 

The lady from Cuenca

señora

Ya se ha superado una etapa en el audiovisual español. Ahora nos estamos dirigiendo a un público más adulto, más preparado. Los clichés de otra época ya no sirven. Hemos pasado por encima de un tiempo en el que el modelo estaba obsoleto. Podemos tratar al espectador de tú a tú.

Frases como estas han estado llenando las páginas (web) relacionadas con el mundo de la tele desde hace unos años a esta parte. Con la llegada de series novedosas (en España), de productos pensados para el consumo masivo que no respetaban los estándares que había hasta entonces (en España) se dio por concluido el reinado absoluto de las series pensadas para un ser aparentemente intrascendente pero de un poder casi sobrehumano: la señora de Cuenca.

La señora de Cuenca era esa mujer a la que hacían referencia los productores para indicar que los productos tenían que ser más entendibles. En una reunión con un productor aparecía siempre asomándose por el quicio de la puerta.

desde la puerta
Como esto, pero sin que parezca que haya nacido en Leeds y se llame Margaret

«Si yo lo entiendo perfectamente. Es un giro arriesgado, super interesante, pero tiene que entenderlo todo el mundo. Tiene que entenderlo UNA SEÑORA DE CUENCA».

La señora de Cuenca (ya se sabe) era un poco medio lerda, tenía poco mundo, le encantaban las películas de Paco Martínez Soria, el telecinco de Raúl Sénder y Cruz y Raya (que eran muy gamberros), veía en su momento Tómbola y le gustaban las cosas que pudiera entender (así lo cuenta Alberto Rey, en el Mundo). Como no había viajado mucho, pues no le gustaban cosas raras. Nada demasiado violento, ni demasiado sexual, ni demasiado explícito, que los malos fueran malos y los buenos fueran guapos, lindos, un poco tontorrones y graciosos. Si podían tener problemas de amores, que no hubiera cuernos de por medio (porque en Cuenca, ya se sabe, no gusta lo de los cuernos ni la violencia ni el sexo).

Después han ido saliendo series y programas que parecían haber enterrado a esta señora. O ya no importaba demasiado o los directivos de las cadenas se habían dado cuenta de que la señora de Cuenca era mucho más arriesgada de lo que pensaban. Quién sabe, lo mismo había viajado y había probado nuevas cosas, nuevas comidas, nuevas experiencias. Había visto nuevos amaneceres, se había subido en un autoligero, había hecho parapente y escalada, incluso puenting (cosas que se ofrecían en Groupon, ya se sabe). La señora de Cuenca ya había empezado a ir a clases de inglés y veía cosas que llegaban de la BBC que el hijo que estudiaba en Madrid (= La Meca) se había descargado de internet. Y oye, le gustaba, (ya lo cuenta Ángela Armero en esta entrada de Bloguionistas). Quién se lo iba a decir cuando lo que más le apetecía del mundo era «Farmacia de Guardia» (para dentro, Romerales), «Médico de familia» y «Lleno por favor».

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Ahora veía tranquilamente cómo en Velvet ese muchacho tan guapo y esa muchacha tan linda se acostaban sin tener en cuenta que él estuviera casado con otra. O veía cómo una serie transcurría íntegramente en una cárcel de mujeres que también se besaban y se querían y hacían sus cosas, o encajaba sin ningún problema que una señora muy señora se enamorara de un cura muy cura (todo muy en plan regenta).

Parecía que había dado un paso adelante, que había visto cosas nuevas y le habían gustado, pero de vez en cuando, como antes, asoma la patita por la puerta de los productores, que dicen «a ver si no se va a entender bien esta frase, o esta trama, o esta idea»… y la hacen obvia, y hacen que se mastique tanto que pierda la gracia.

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Así, por ejemplo, en una investigación un agente de la guardia civil busca en un restaurante japonés si tienen la lista de reservas. Cuando se la dan, tras revisarla, pregunta.

– ¿En este restaurante tienen sushi?

Y yo, que nací en Bilbao, me crie en Sevilla y vivo en Madrid me quedo con la boca abierta.

Y la señora de Cuenca, que hasta hace nada no había viajado ni había probado cosas nuevas, también.

Hace ya un par de años le abrieron en el barrio un japo y descubrió lo mucho que le gustaban los nigiris de salmón. Desde entonces pide que se los lleven a casa una vez al mes y los disfruta mientras descubre las intrigas de McNulty en The Wire, o lo malo que es Walter White, pero lo mucho que le gustaría que las cosas le salieran bien, o mientras disfruta de ese Miguel Ángel Silvestre tratando de hacer que triunfe el amor por encima de todo aunque no esté casado con su amante, o mientras se emociona de veras con cualquier otra serie en la que la tratan con respeto, como una persona que está en el mundo y que sabe más que lo que muchos directivos de las cadenas creen.

 

La realidad se cuela en las series

Embarcación repleta de inmigrantes que intentan llegar a las costas europeas
Embarcación repleta de inmigrantes que intentan llegar a las costas europeas

Piensa en un problema de actualidad que te preocupe. Digamos la corrupción, o el clientelismo político, o la inmigración ilegal, o la falta de ayudas sociales, o los desahucios, o el paro. Bien. Ahora piensa en una serie en la que parezca imposible que estas cuestiones aparezcan reflejadas. Y ahora imagina lo imposible: que en estas series se habla justamente de esos temas.

Cuando una serie es capaz de hablar de cosas que están al cabo de la calle, de temas que preocupan a las personas en su día a día, consigue ser más importante, más grande, más cercana y despertar más sentimientos en su audiencia.

El drama de los desahucios

Amador, el personaje de La que se avecina (aquí tenéis el enlace a la serie) comienza la serie siendo un tipo gris que trabaja en un banco. Tiene mujer y varios hijos. No tiene muchas luces. Al continuar la serie, Amador pierde su trabajo. Intenta desesperadamente que no se entere nadie y mantiene su tren de vida. Cuando se descubre el pastel intenta encontrar otro empleo. Cada vez más desesperado, no es capaz de mantener ninguno y finalmente es desahuciado y termina viviendo en la plaza de garaje con su mujer y sus hijos.

Yo creía que esto era una comedia
Yo creía que esto era una comedia

¿Es una crítica social? ¿No estábamos en una comedia? Sí… y sí. Es una comedia, pero el hecho de estar en una serie que trate temas de actualidad da más empaque al producto, hace que el espectador es una muestra de respeto hacia los espectadores.

Si le quitas los chistes, «La que se avecina» sería una serie de los hermanos Dardenne

La que se avecina es una comedia muy loca en la que sus personajes viven situaciones rocambolescas, pero a la vez muy, muy dramáticas. Si le quitamos los chistes La que se avecina sería una serie perfecta para que la firmaran los hermanos Dardenne. Desahucios, soledad, crisis vitales, falta de amor, desempleo, un empresario que vive en un mundo paralelo, casi fuera de su época (por mucho que sea mayorista y que no limpie pescado), incomunicación dentro de la pareja, problemas intergeneracionales… un catálogo de lo más variopinto para hacer un dramón que ver semanalmente bien pertrechado con pañuelitos de papel y dispuestos a llorar. Solo que decidieron hacer una comedia.

Clientelismo político

Ye he hablado mil veces de Cuéntame en el blog. En una de las temporadas de la serie, Antonio Alcántara, después de las primeras elecciones democráticas tras la transición, consigue un puesto como Director General en un ministerio. Merche, su mujer, le habla de que tienen que ahorrar, de que tienen que pensar en que las cosas pueden torcerse. Entonces Antonio le contesta:

Esto va a ir siempre a mejor, Milano
Esto va a ir siempre a mejor, Milano

ANTONIO

Pero por qué van a irnos las cosas mal, ¿mujer? Si esto es siempre a mejor.
Ahora estoy de Director General. Pues luego, cuando se acabe, me darán
otro puesto. Y luego otro. Así siempre. Y siempre a mejor.

En una conversación de menos de un minuto ambientada en 1981 se tratan temas que se pueden leer a diario en periódicos de 2015. ¿Por qué? Para hacer que los espectadores no perciban las series como algo ajeno, sino actual, que habla de su día a día aunque se trate de una historia de época.

Inmigración ilegal

Refugiados, la serie de Ramón Campos para Bambú y coproducida por la BBC, quiere ser una serie de ciencia ficción pero a la vez tratando temas de hoy mismo. El pistoletazo de salida de la misma, la premisa, es de lo más interesante: en un pueblo normal y corriente, con su gente normal y corriente, que lleva a diario su vida normal y corriente con total tranquilidad comienza a venir gente desconocida. No son inmigrantes, pero no son de allí. Se trata de gente que viene del futuro. Si fueran subsaharianos, o marroquíes, o gitanos rumanos estaríamos hablando de una serie sobre inmigración pura y dura. Pero sin que los personajes sean de países diferentes o de razas distintas es una serie sobre este tema. Refugiados, sin mencionarlo, habla sobre Siria, Palestina, Afganistán, Sudán del Sur, Libia…  Habla sobre el derecho al asilo político, sobre lo egoísta que se vuelve la gente cuando tiene miedo ante lo desconocido. «Los recursos son limitados», dicen. «No podemos ayudar a todos. Nos hacemos cargo de que lo están pasando mal, pero no podemos hacer nada». Tratan de defender «lo que es suyo», su bienestar social, sus casas, su abastecimiento, su electricidad…

refugiados

Tocamos resortes que tienen que ver con el miedo y la solidaridad, con ese choque íntimo entre querer ayudar a los que lo pasan mal y defender lo que creemos que podemos perder. Por supuesto la serie va de otra cosa, hay asesinatos, tramas entrecruzadas en las que no sabemos quién es el bueno y quién el malo, en la que no sabemos si debemos o no fiarnos de los que vienen del futuro… si no, estaríamos hablando de una serie documental sobre los campos de refugiados, y no es lo que se busca. Se busca siempre entretener, mantener el interés del espectador, despertar en él emociones, pero si además hablamos de esos mismos temas de los que el propio espectador huye al sumergirse en las series, el resultado puede ser de nota.

y 100

100

Llevo mucho sin escribir por aquí.

La razón es que, después de haber publicado la última entrada me di cuenta de que la siguiente sería la número 100 y sentí la responsabilidad de querer hacer algo especial para esta ocasión.

La número 100 no podía ser una entrada cualquiera que hablase de Breaking Bad o de los guiones de Cuéntame o de cualquier serie que estuviese teniendo un éxito notable.

No podía escribir, por mucho que me apeteciera, de las nuevas series que me parecían excelentes, como por ejemplo Refugiados, ni de las nuevas tendencias de la tele en España ni en el extranjero. Era la entrada número 100. No podía gastar esa bala con cualquier cosa.

Por supuesto escribiré sobre nuevas series de aquí y de allí. A casi todo lo nuevo le debo una pensada y ponerme escribir. Se están haciendo cosas demasiado buenas como para ignorarlas. Ángela Armero (@armero00 en twitter), entre otros, habla de una nueva tendencia gracias a El Príncipe, a Sin Identidad y a tantas nueva producciones que están haciendo posible que cada nueva serie se espere con ilusión, no como una nueva versión de lo mismo de siempre.

Pero esta vez tenía que escribir sobre otra cosa. Tenía que hacer algo especial.

La guardia real británica saluda la entrada nº 100 de Una Página Un Minuto

 

Lo que ha sucedido es que me ha resultado difícil encontrar ese «algo especial». Porque, entre otras cosas, me ha venido lo que David Muñoz (en twitter @DMPguionista) definió atinadísimamente en esta entrada de bloguionistas: la bajona.

¿Qué hace alguien que quiere dedicarse a escribir? Sencillo: escribe

La suya tenía que ver con una serie de circunstancias que se le juntaron: había escrito una serie que le había gustado mucho y había sido un sonado fracaso, no sentía ilusión a la hora de emprender un nuevo trabajo… bueno, a mí me ha pasado algo así, con la diferencia de que no me dedico profesionalmente al tema de guión, pero quiero.

¿Y qué es lo que hace alguien que quiere dedicarse a escribir guiones para ser pagado a cambio? Pues escribir guiones, hacer proyectos, tramar historias y lanzarlo al aire, es decir, a las productoras.

Quien sigue el blog sabe que tengo trabajo, niños, familia y una vida ajetreada en general. Sobre las dificultades que tengo para escribir ya conté algo por aquí. Pero con todo y con eso uno hace todo lo posible para lograr que el mundo se detenga, encuentra su hueco y escribe con toda la ilusión del mundo. No tienes tiempo, pero te levantas a las seis de la mañana. No tienes fuerzas, pero a la hora de comer empleas 30 minutos en pulir detalles. No sabes maquetar, pero te haces un curso de InDesign para hacer la presentación más espectacular posible de tu proyecto. Así, al cabo de varios meses de trabajo (intermitente pero muy duro), quitándote de cosas que te gustan, dejando de lado el ocio para trabajar y trabajar y trabajar, tienes por fin un proyecto.

La realidad es una mezcla de palabras bonitas y puertas cerradas

Entonces lo lanzas. Escribes a un sitio y a otro. Y te encuentras de bruces con la realidad.

Y la realidad está llena de bellas palabras y puertas cerradas. Las bellas palabras te dicen que está muy bien escrito, que tiene muy buena pinta, que merece un montón la pena. Las puertas cerradas niegan todo lo anterior. Dicen: es una serie muy de nicho, no es el proyecto que estamos buscando, estaría genial para una productora de otro tipo, pero no para la nuestra.

Dos certezas y una duda

No es que haya escrito a todas las productoras del mundo. Lo que he hecho ha sido remitirme a productoras de referencia. Han sido tres o cuatro, pero en todas ellas la respuesta ha sido la misma, y eso me ha desanimado.

Levantar un proyecto. Definición gráfica

 

A estas alturas tengo dos cosas claras y una duda enorme. Las dos cosas que tengo claras son: 1) sé que puedo trabajar de esto, que valgo para ello y 2) que es muy complicado. La duda es si tendré la perseverancia necesaria para seguir intentándolo, para no abandonar, para luchar una y otra vez, para no desanimarme con cada puerta que se cierra, para seguir, para seguir, para seguir hasta que alguien, una productora, una cadena o quien sea, me diga que le interesa lo que he escrito (o que no le interesa exactamente eso, pero que le intereso yo como colaborador).

Sinceramente no sé si llegaré a trabajar alguna vez de lo que escriba, pero tengo la certeza de que siempre seré guionista. Es una manera de ver el mundo. Es mi manera de enfrentarme al mundo. Y eso no se puede cambiar aunque intentes negártelo con todas tus ganas.

Escenas para entrar a vivir

40224_carlos-reencuentra-julia-cuentame-como-pasoHay escenas en las que a uno le gustaría entrar para quedarse. No como la mayoría de las escenas, en las que uno entra, revisa, descubre cosas y luego se va. En la mayor parte de las escenas con las que me enfrento yo entro como la primera vez que visito a un amigo en su casa. Entro en el salón, miro los adornos que tiene sobre la mesa. Cojo un pisapapeles, lo curioseo, miro los libros que tiene por las estanterías, los discos junto al equipo de música… Si tiene un cuadro o una foto que conozco, me acerco y reviso los sentimientos que me despierta. Si tiene sobre la mesa un libro que he leído, me emociono un poco. Lo reconozco, soy un poco cotilla. A veces me fijo en un espejo, o en la forma de un sillón. Me imagino a mi amigo sentado una tarde de lluvia viendo una serie o una película en ese sillón, cómo se arrellanará en él, cómo se recostará.

En la mayor parte de las escenas en las que entro actúo de la misma forma: curioseo, reviso, sopeso… A veces me quedo con una frase concreta, con un tono, con la mirada de un personaje (si las actuaciones son malas, en vez de con personajes, soy incapaz ver al personaje y me limito a ver al actor).

Pero luego hay escenas en las que a uno le gustaría quedarse a vivir.

Son escenas que consiguen algo tan complicado como captar la esencia de la cotidianidad, la magia que la rodea.

En un episodio reciente de Cuéntame cómo pasó (el capítulo 278)  había un par de estas escenas. Los guionistas Carlos Molinero y Jacobo Delgado consiguieron crear situaciones en los que conseguí sentirme realmente como en casa.

La primera escena era entre Carlos y Antonio. Padre e hijo coincidían en el comedor por la noche. Antonio se acaba de fumar un porro por primera vez en su vida y está muy relajado. Ha ido a la cocina a comer, porque le ha entrado un montón de hambre.

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INT. COMEDOR – NOCHE

Antonio está cogiendo comida de la nevera. De pronto entra Carlos. Antonio da un respingo. Durante toda la escena Antonio está muy suelto, relajado por el porro que se acaba de fumar.

ANTONIO

Joder, hijo, qué susto me has dado

CARLOS

Perdona, no quería despertaros.

ANTONIO

¿Pero qué has hecho, que traes la boca como una mona?

CARLOS

Nada, yo no he hecho nada. ¿Qué voy a hacer?

ANTONIO

Que no has hecho nada…

CARLOS

Bueno, yo no quería…

ANTONIO

No se notaba que no quisieras.

CARLOS

¿Cómo que no se notaba?

ANTONIO

Pues que te he visto, hijo… en el chamizo te he visto.

CARLOS

Tú me has visto con Julia. Esto ha sido Emilia.

ANTONIO
(incrédulo)

¿Pero también has estado con Emilia?

CARLOS

No, hombre, no

ANTONIO

Pues entonces qué ha pasado

CARLOS

Pues que me ha asaltado. Ha empezado a…

ANTONIO

No, no, que qué ha pasado en el chamizo.

CARLOS

¿Qué va a pasar? Nada. Si nunca me dejas.
Si siempre apareces como por arte de magia.

ANTONIO

Vamos a ver, Carlos. Tú ya eres muy mayor para
tomar tus propias decisiones. Pero piénsate
las cosas antes de hacerlas. Porque todo
tiene consecuencias. Y sobre todo en este pueblo.

Antonio le pega un bocado a una manzana. Carlos se le queda mirando. Nota algo raro en su padre. No sabe lo que es, pero sabe que algo pasa.

ANTONIO
(con la boca llena)

Fíjate en tu padre. El año pasado. Delante de ti.
Hice lo que hice… y mira las consecuencias…

CARLOS
(interrumpiendo)

Papá, vale. Ya está. Que no he hecho nada.
Y no voy a hacer nada y no te tienes que preocupar.

ANTONIO

Pues entonces eso, cogitatus. Ya sabes.
Que Maurín es un bruto y siempre va con
la escopeta cargada.

Carlos se aguanta la risa. Su padre está raro, pero dócil. Y la situación le hace gracia

CARLOS

Pero bueno, ¿tú estás bien?

ANTONIO
(riendo, satisfecho)

Yo estoy cojonudamente, hijo.
Preocúpate por ti, no por mí.
Esta mañana ha llegado una cosa para ti,
pero como no te he visto en todo el día
no te la he podido dar.

CARLOS

¿qué te ha llegado para mí?

ANTONIO
(jugando)

¿Te la doy ahora, o te la doy mañana?

CARLOS

Dámelo ahora.

Antonio se levanta torpemente y saca de un cajón del aparador el paquete para Carlos. Se para a leerlo.

ANTONIO

Nuka

CARLOS

Dame, anda.

ANTONIO

¿Nuka, qué es, de Elena, Elenuca?

CARLOS

Qué va a ser de Elena. Anda,
trae. Es su nombre artístico.

ANTONIO

¿Es artista? Pues entonces te
conviene, hijo. ¿O también está casada?

CARLOS

Qué va a estar casada

ANTONIO

Pues si no está casada te conviene. Qué estas
son muy sueltas y tienen mucho mundo. Hazme caso

Carlos se ríe. Antonio va caminando ya hacia las habitaciones. Pero se para.

ANTONIO (CONT.)

Que no digo que no hagas lo que te dé la gana…
pero con cabeza. Fíjate en tu padre.
(fijándose en el paquete)

¿Qué es?

CARLOS

Tira p’al cuarto, anda.

ANTONIO
(riendo)

No, dime qué es.

CARLOS

Tira p’al cuarto, anda.

ANTONIO

Hasta mañana.

Antonio se va de la habitación comiendo la manzana. Carlos se queda abriendo el paquete y riéndose por la conversación tan rara que ha tenido con su padre.

Otra escena, un par de minutos después.

carlos julia

Julia, con la que ha estado tonteando toda la vida ha venido a visitarlo en mitad de la noche. Antes, en el chamizo, ha estado a punto de pasar algo entre ellos, como tantas otras veces.

EXT. CINE EN LA PLAZA DEL PUEBLO – NOCHE

El viento mueve la tela que hace de pantalla. Carlos y Julia están sentados en el patio de butacas improvisado. Están solos, en mitad de la noche. Hablan bajito, en tono confidencial, para no despertar a los vecinos. Están hablando de la primera película que fueron a ver juntos.

JULIA

Era una del oeste. A mí no me gustan.
Pero esta sí me gustó mucho.

CARLOS

Pues yo no me acuerdo de absolutamente
nada de la película. Sólo recuerdo que me sudaban
muchísimo las manos y que no veía el
momento de pasarte el brazo.

Guardan silencio. Miran a la pantalla muda movida por el viento. Finalmente, Julia rompe la quietud.

JULIA

Pues en la película había una chica que era
hija de un ranchero. ¿de verdad no te acuerdas?

CARLOS

No. Cuéntamela.

JULIA

Pues ella estaba enamoradísima del capataz. Pero como
él no hacía nada… al final se casaba con un militar
y se veía que iba a ser tan infeliz como su madre.

CARLOS

¿Seguro que estaba enamorada? ¿O simplemente no
quería pasar el resto de su vida en un rancho
militar rodeada de apaches?

JULIA
(segura, fijando la mirada en Carlos)

Ella estaba enamorada.

CARLOS

Y se daba cuenta justo antes de la boda.
Suena un poco raro, ¿eh?

JULIA

Lo que pasa es que el capataz era un burro que
no tenía ni idea de lo que es el amor.

CARLOS

Igual es que el capataz ya había hecho muchas tonterías por
amor y veía muy claro cuando alguien iba a cometer alguna.

JULIA

Igual es que el capataz se lo tenía un poco creído porque
de pequeños habían sido novios y él le había dado su primer beso.

CARLOS

Él sabía que no se pueden tomar decisiones importantes
en la vida por un beso que te diste hace diez años.

JULIA

A lo mejor el capataz no sabía besar.

Carlos recoge el guante. Los dos se quedan mirando. Se besan apasionadamente. Es un beso dado con hambre de años. Pero tras un momento, los dos se paran. No es posible. No pueden hacer eso.

CARLOS

El capataz había aprendido

Los dos ríen con tristeza. Se quedan mirando nuevamente la sábana movida por el viento.

JULIA

¿Sabes? Creo que la película no era del oeste.

Los dos ríen divertidos, aunque con cierta tristeza.

¿Por qué estas escenas son TAN BUENAS? Porque consiguen captar esencias, logran llevarnos a su terreno. Nos cuentan una historia basada en el subtexto. Por un lado, un padre que se las ha traído tiesas con su hijo bromea con él completamente colocado. Por otra parte, nos cuenta la mezcla de sensaciones que nos trae ese amor que hemos podido tener y que se nos escapa. Logran despertar nuestras emociones y nos hacen creer que nosotros mismos somos los que estamos en ese cine, en ese comedor, en esas vidas.

10 razones en GIF por las que tienes que quedar con guionistas

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Si eres guionista ya te habrás dado cuenta de que eres un poco un bicho raro. Tranquilo, hay una buena noticia: no eres el único. Hay un montón de tipo ahí fuera que son tan «raros» o incluso más «raros» que tú. Creo que es importante que, si eres guionista, quedes con otros guionistas como tú. Aquí puedes encontrar 10 razones para ello.

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1. Se te pasará la sensación de ser un bicho raro.

Admitámoslo, somos diferentes. Hacemos chistes sobre cosas diferentes. Vemos películas (y programas, y series y cualquier cosa) con otros ojos. No hacemos chistes sobre Gran Hermano Vip (o puede que sí), los hacemos sobre secuencias de True Detective. No comentamos el editorial de El País, hablamos sobre la última entrada de Bloguionistas.

Compartir todas nuestras impresiones con alguien parecido es buenísimo.

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guionista ayudando a otro guionista

 

2. Compartirás tus historias, tus agobios y tus bloqueos, y puede que lo que tus compañeros guionistas te digan sirva para seguir adelante

Compartir las historias en las que uno está trabajando, verbalizarlas, ayuda muchísimo. Sobre todo porque al explicarlas uno descubre cuáles son los puntos fuertes y los puntos débiles.

Si además estamos en mitad de un bloqueo, que haya alguien que aporte el «thinking outside the box» es estupendo para acabar con todas estas dificultades.

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3. Ayudarás a otros compañeros

Aportarás tu punto de vista a las historias de los demas. No todo consiste en beneficiarse uno.

Hacer que se disipe el bloqueo de los demás y ver cómo tus ideas aportan algo importante a las historias de los demás es una gran satisfacción.

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4. Conocerás la sensación sanadora del «mal de muchos»

Un guionista se enfrenta cotidianamente a una serie de dificultades. Es bueno compartir con los demás estas experiencias, sobre todo porque todos nos enfrentamos a las mismas. Si no es que un productor no quiere reunirse con nosotros es que después de reunirse no ha vuelto a llamarnos. Si no es que los guiones están mal pagados es que las cuotas para ser autónomo son elevadísimas. Si no es que no hay pruebas de guión a la vista es que hemos hecho una prueba de guión y tenemos la sensación de que está metida en un cajón.

Hablar de este tipo de cosas (que nos precupan tanto) con gente que se enfrenta a ellas a diario es muy sano.

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guionista de éxito

 

 

5. Descubrirás que no todo está tan negro

Te dará alegría ver que no todo está tan negro, que hay, de hecho, compañeros currando en series, películas, que tienen proyectos que salen adelante. Y eso hará que tengas un extra de motivación y que continúes adelante con tus propios proyectos.

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Haciendo contactos

 

6. Puede que te ayuden a crear contactos

Uno no queda con alguien para que le facilite una red de contactos, eso está claro. Pero también está claro que en un mundo como el nuestro todos intentamos ayudarnos. Si conozco alguien que está en una productora que está buscando un proyecto y creo que le encaja el tuyo… te pienso dar su número y ponerte en contacto con esta persona.

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Somos una enciclopedia viviente de pelis y series raras

 

7. Ampliarás tu conocimiento cinematográfico y televisivo

Gracias a compañeros he visto series y películas que no se me habrían cruzado por delante de no haber sido por ellos.

Como ejemplos, Black Mirror (antes de que llegara a España), White Heat (gracias, Javier Olivares), House of Cards (la original, no confundamos), Dans la maison (En la casa, peliculón), The extraordinary tales… y un millón más. Todas estas películas y series merecen la pena. Es cierto que hay muchas que aún no he visto. Algerino Marronceli es una fuente infinita de conocimiento, pero aún no me he puesto por delante muchas de las cosas que me ha aconsejado (Il Capitale Umano, Italy in a day, Hollands Hoop…).

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Ya sé cómo te sientes. Ven aquí

 

 

8. Tendrás la sensación de que hablas con alguien que te entiende

Es un paso más del punto 1. Es un poco como una reunión de alcohólicos anónimos. Alguien con el que tienes muchos puntos en común y con el que te comunicas, y con el que compartes cosas que son importantes para ti. Sólo la sensación de saber que alguien se siente como tú habitualmente ante tal o cual cosa es reconfortante.

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Poca gente más interesante en el mundo

 

9. Somos interesantes

Cada uno tiene un tipo de historia dentro, unas inquietudes que le marcan. Los hay que están obsesionados por episodios concretos de la historia de España, pero también los que no dejan de pensar en los problemas de adaptación del colectivo LGBT, los hay que piensan en el poder, los hay que tienen dentro la inquietud sobre la búsqueda de la propia personalidad, de la propia meta vital.

Hay guionistas a los que les gusta escribir sobre más de uno y más de dos y más de tres temas.

Cuando los guionistas quedamos, nos contamos los unos a los otros nuestras «películas» y nuestras inquietudes y eso no es «dar la chapa». Lo sería si el que estuviera enfrente no fuera un guionista, pero siéndolo, el que escucha se queda con la sensación de «qué interesante es esto que me acaban de contar».

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10. Somos gente guay con la que se pasa siempre un rato muy divertido

Sí, es verdad que tenemos un punto un poco extravagante, y algunos de nosotros estamos locos de atar, pero somos gente a la que le gusta compartir, hablar y reírse. Yo cada vez que me he visto con un guionista (Mercè Clasca, Juanjo Ramirez, Elena Cobos, Miguel Angel Lamata, Fernando Hugo Rodriguez, Salva Rubio…) siempre me lo he pasado bomba. Y por muy raros que seamos no somos sociópatas, también nos gusta la gente normal.

Si tienes más razones que se te ocurra añadir, adelante.

 

 

Un poco de coherencia (o cómo unos tipos duros deben buscar su propia historia)

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Desde hace unas semanas estoy revisando Breaking Bad.

Que es una serie maravillosa, estupenda, que hace que te mueva por dentro, que te hace plantearte dudas acerca del desarrollo humano, de lo bueno y lo malo, de la relación Jekyll-Jekyll, Jekyll-Hyde y Hyde-unpocomenosHyde ya hablé en otras entradas del blog, como esta y esta.

Lo que ahora vengo a contar es más sencillo, más básico. Algo que entra en la lógica de cualquiera que esté haciendo una historia, que la esté tramando, que la esté desarrollando. Los personajes tienen que tener motivaciones, motores, rasgos que los hagan únicos, pero también es muy importante que tengan… matices.

Esto, que parece que cae por su propia base, es todavía más importante cuando la serie en la que se inscriben esos personajes tiene su fuerte en el propio desarrollo y la complejidad de los protagonistas.

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En el comienzo de la tercera temporada de Breaking Bad aparecen los gemelos, que son los primos de Tuco. Mr White, nuestro protagonista, se lo cargó en su momento (o ayudó a cargárselo) y ahora ellos buscan vengarlo. Hasta aquí todo bien. Se nos presentan dos tipos duros. Dos tipos muy duros. Dos tipos super, super, super duros. Hasta que te das cuenta de algo muy obvio: ¿no serán dos tipos demasiado duros? ¿No serán un poco caricatura?

Un personaje bloque, claro, sin matices está bien dependiendo de la historia en la que se inscriba. Nadie le pide a Tarantino que sus personajes sean profundos, que duden de sí mismos, que quieran explicarse el sentido de la vida. Sus personajes son básicos. Son todo acción. Son sólo acción. Uma Thurman sólo quiere hacer una cosa en Kill Bill: tachar nombres de su lista. Cargárselos a todos.

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Django no busca la libertad. Busca Venganza. Lo mismo que tantos otros personajes de Tarantino.

Walter White no tendría nada que hacer en una peli de Tarantino. Y quizás por lo mismo, los gemelos asesinos de Breaking Bad chirrían en la serie. Y ahora que lo pienso, puede que haya otros personajes que están poco desarrollados (Hank, el cuñado policía, por ejemplo), pero cantan siempre mucho menos que estos dos tipos duros que parecen estar buscando su propia película.

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Como dice el narco Gus: – Esa gente no es normal. Son animales.

Por qué engancha Gomorra desde el capítulo 1 (un análisis de personajes)

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Gomorra es una de las series que más me han gustado de los últimos tiempos. Y sí, se ha hecho en Europa. Concretamente en Italia, y trata de un tema actual, de un problema propio (la mafia napolitana, la Camorra) igual que Crematorio trata un problema actual y un tema propio de nuestro país (la corrupción urbanística y las asociaciones mafiosas). Como apunte diré que la revista JotDown ya publicó sobre Gomorra un artículo hace poco en la que definía la serie como una tesis doctoral sobre la Camorra.

El hecho de tratar temas actuales, de gran calado social y con puntos de vista políticos y sociológicos es un tema que bien da para cualquier otra entrada en el blog.

En cualquier caso, como decía antes, Gomorra es una serie que engancha desde el primer capítulo porque hace que nos adentremos en sus personajes y porque vemos que en todos ellos hay complejidad, contradicciones, luchas internas. Vamos, lo que viene siendo profundidad.

La creación de personajes complejos no es algo habitual. Muchas veces se antepone la trama, la historia, el procedimiento antes de preocuparse de que los personajes tengan un latido propio.

Es lo que hace diferente, por ejemplo, Mad Men de Bones, Los Soprano de CSI, etcétera. Ni mejor ni peor (bueno…). Cada producto tiene su público.

Pero a lo que íbamos, a Gomorra y sus personajes. Una de las cosas buenas de esta serie es que plantea desde el primer momento cómo es cada uno de ellos.

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Ciro

Es joven. Lleva toda la vida en la Camorra. Es un «soldado» que ha empezado desde lo más bajo.

Sin embargo, ve que en las últimas disputas entre bandas locales, no tienen las de ganar. Cree que Don Pietro Savastano, su jefe, hace las cosas a la antigua y que Conte, el rival, hace las cosas de otra manera mejor.

Es ambicioso, pero a la vez fiel. Tiene una relación especial con Attilio, su mentor (lo ve como a un padre), que es otro «soldado» del clan Savastano.

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Don Pietro Savastano

Es el capo, el boss, el jefe, el mandamás.

No se fía ni de su sombra. Está pendiente siempre de las traiciones, de las posibles escuchas policiales. Se siente solo y a menudo cansado, pero domina, tiene poder. Es consciente de él. Se siente un dios.

Para él lo más importante es mantenerse en lo alto. No importa quién caiga alrededor. No importa quién tenga que morir o que matar.

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Gennaro Savastano

Es el hijo único de Don Pietro. Tiene unos 25 años. Es un niño mimado, un caprichoso que lo ha tenido todo en la vida.

Sabe que será el próximo capo, el sustituto de su padre. Quiere demostrarle a su padre que será capaz de llevar a cabo esa función, pero él mismo sabe (y su padre también) que no está preparado.

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Immacolata Savastano

Es la mujer de Don Pietro. Su apoyo, su compañera.

Sin embargo es también la que le pone las pilas a su marido, la que le critica llegado el momento.

Sabe que su lugar está al lado de su marido, que hará lo posible por hacer que se mantenga en el poder.

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El resto de personajes están ahí de comparsas de estos protagonistas (ya comentamos hace poco aquí para qué vale un secundario) Cualquier cosa que hagan sirve para que las relaciones entre estos se mueva de una manera o de otra, para desarrollar las tramas y para hacer que evolucionen dentro de cada circunstancia.

Seguramente Gennaro tratará de hacerse el capo, tomará sus propias decisiones. Se equivocará. Su padre (o su madre) estará ahí para resolver sus problemas.

Don Pietro puede que pierda su poder, o que se vea severamente mermado y tenga que hacer nuevas alianzas (puede que con sus enemigos más irreconciliables).

Immacolata puede que tenga que hacerse cargo de los negocios de la familia y encauzar a su hijo si su marido cae en desgracia.

Y Ciro puede que se acerque a los enemigos, que traicione, que intente subirse al carro ganador.

Los autores de los guiones de la serie es un dato que se debería dar siempre. Más en un blog sobre el tema. Los guionistas de esta serie son Leonardo Fasoli, Roberto Saviano (creador de la historia y cuya vida no creo que nadie envidie), Stefano Bises, Giovanni Bianconi, Ludovica Rampoldi, Maddalena Ravagli y Filippo Gravino.

 

 

 

La historia es la de un tipo que…

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Si empiezas a explicar tu guión la mejor manera es centrarte en un personaje, tenerlo claro, y  a través de él, de sus ojos, contar todo lo demás.

Tu historia puede ir de una catástrofe, de una desigualdad, de un atentado, de una búsqueda, pero siempre hay que tener claro un personaje principal.

Si tu historia es coral cada «sección» de tu guión tiene que tener un protagonista claro. El ejemplo que me viene a la cabeza es el de Short Cuts, de Robert Altman (aunque tiene ya un montón de años es muy válido). Esta película, para entendernos, es como una colección de cortometrajes entrelazados. Se cuenta la historia de una madre que pierde a su hijo, la de un hombre frustrado en su vida familiar, la de un voyeur… Cada historia tiene su protagonista y cada protagonista nos lleva por su propio camino para que veamos con él cuál es su historia.

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El protagonista es el tipo con el que nos identificamos. No tiene por qué tener un objetivo noble o bueno. Simplemente es nuestro hombre, el tipo con el que vamos a pasear durante un rato. De alguna manera vamos a ser él. Vamos a vivir como él. Vamos a tener sus problemas. Vamos a sentir sus fracasos y disfrutar de sus logros.

Mientras tanto, el resto de personajes van a estar a su disposición. Lo van a putear, a querer, a hacerle la vida más fácil, a traicionar, a odiar, a hacer que se tropiece, que se levante, que se caiga… Cuanto peor lo pase nuestro tipo, mejor, más divertido va a ser sacarlo de esas situaciones, más emociones va a vivir y con ello más emociones va a vivir el espectador. De eso hemos hablado hace poco aquí.

Una situación de que el protagonista es el tío al que todos bailan el agua la vi recientemente en el último capítulo de la serie Vive Cantando, de la productora Doble Filo.

La disposición de la última escena era algo parecido a esto

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A que no sabéis quién es el prota de la historia

 

En el centro estaba el protagonista, Juanjo (José Luis García Pérez, un actorazo, por cierto) y a su alrededor estaban tooooodos los demás. Uno a uno iban cerrándose todas las cuestiones que estaban abiertas, y todas, de uno u otro modo, estaban relacionadas con él. Así quedaba claro que el personaje más importante era él y que el resto estaba allí casi como excusa para hacerle vivir su viaje particular (ponerle en dificultades, hacerle decidir, dudar, facilitarle las cosas…). Todo se construye a su alrededor.

No voy a desvelar más acerca de Vive Cantando. Vedla, que merece la pena. Tiene cosas muy bien trabajadas, muy chulas, y situaciones interesantes. Se nota la mano de sus autores (Darío Madrona, Mariano Baselga y Paula Fernández, que tienen, entre todos, siete u ocho proyectos que han sido grandes éxitos)

Si te preguntan de qué va tu historia y empiezas: «Va de un tío que…» la cosa va bien.

Si tienes claro el personaje principal tienes mucho ganado.

Nuestros personajes tienen que ser especiales

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Si no, nuestra historia podría ser la historia de cualquiera. Y no.

Tenemos que hacer que la historia sea única porque nuestro personaje sea único.

Si Breaking Bad lo protagonizara un gangster, ya no tendríamos Breaking Bad, llena de matices y con desarrollo complejo (y lento) de un personaje que no es un gangster, sino un padre de familia (apocado y al que nadie le hace caso) que acaba convirtiéndose en un gangster. Si lo protagonizara un un delincuente estaríamos ante una serie de tiros y brazos rotos, muy al estilo Steven Seagal («a ver a cuántos de los otros puedo matar»).

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Steve viendo a una tía buena en una discoteca o a un chino malo al que se la tiene jurada

La historia es nuestro personaje y tenemos que hacer que sea especial de alguna manera.

  • Puede tener un pasado oscuro.
  • Puede vivir una situación de «pez fuera del agua».
  • Puede ser un tipo particular, raro, con una visión del mundo extravagante.
  • Puede tener gestos de una naturaleza que no creeríamos que sería la que más le cuadra.

Nuestro personaje no puede ser cualquiera de nosotros. Y si lo es tiene que vivir una situación muy poco habitual. Lo bueno de «Mejor imposible» es que Jack Nicholson está pirado. Lo interesante de «Family Guy» es que Peter Griffin es un niño pequeño metido en el cuerpo de un tipo de mediana edad (mira, igual que Big, con Tom Hanks).

Para que nuestro personaje sea especial tenemos que hacerlo especial, complejo, diferente, interesante.

Algo así es lo que hace James Cameron en Terminator.

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En un momento de la película, el androide (un malo malísimo de mucho cuidado) entra en un motel de mala muerte. Está herido y tiene que operarse (él solito).

Primero se cura el brazo. Luego, frente al espejo, el ojo. Y cuando termina, se pone unas gafas de sol y se repeina. ¡Y es un robot! ¡Se quiere ver guapo, y es un robot! Esto lo hace especial, particular. Nos cae hasta un poco bien el tipo, y eso que es un bicho metálico sin corazón que quiere cargarse a nuestro amigo, el bueno.

Aquí os dejo la escena. El maquillaje canta la Traviata, y la actuación es de Schwarzenegger (comparable a Steven Seagal o al mismísimo Hulk Hogan), pero merece la pena echarle un vistazo.