Uno de los momentos más deliciosos y con los que más se disfruta es dialogando.
Hay muchos tipos de diálogos, los hay que buscan la sorpresa, los hay que buscan sugerir, los hay que buscan el subtexto… Y luego están los diálogos cuya interpretación es abierta tanto para los personajes involucrados como, por supuesto, para los espectadores.
Cuando uno de estos diálogos sale de verdad bien se da un momento mágico y uno da gracias por haber llegado hasta ahí y haber podido disfrutar de algo así, porque la complicidad que se consigue es máxima.
Un personaje dice A y su interlocutor asume B. Porque es la idea que tiene en la cabeza y porque el otro personaje no se ha tomado la molestia (no ha querido o no ha sabido) descartar completamente B de la conversación.
Un ejemplo delicioso se da en el siguiente diálogo de Mad Men. Episodio 10 de la 4ª Temporada.
Para ponernos en situación (ojo, spoilers en el horizonte), Roger Sterling y Joan Harris han tenido un escarceo recordando tiempos mejores (eran amantes) como resultado Joan se queda embarazada. Se lo dice a Roger y ambos acuerdan «hacerse cargo de ello». Lo delicioso de la situación es que este eufemismo acaba abriendo la posibilidad de un equivoco.
Joan va a la consulta del médico para abortar y tiene una conversación con una madre que ha llevado allí a su hija. Joan da a entender a la mujer que no es ella la que va a abortar sino una hija suya imaginada. Lo siguiente que vemos es a Joan de vuelta a la ciudad, sentada, sola y pensativa en un asiento de autobús. No la hemos visto siquiera entrar para ver al médico. Lo cierto es que no sabemos si ha abortado o no.
Entonces es cuando sucede la siguiente conversación.
INT. DESPACHO DE JOAN – DÍA
Joan en el despacho. Entra Roger preocupado. Se acerca y hablan bajo para que nadie los oiga.
ROGER: ¿Cómo estás?
JOAN: Bien. No tienes de qué preocuparte.
ROGER (suspira): Menos mal. (reaccionando) Lo siento, tenía que haberte acompañado. ¿De verdad estás bien?
JOAN (muy entera): Roger, todo está solucionado. Me he hecho cargo del asunto. Tranquilo.
Roger se siente aliviado porque cree que Joan ha abortado. Tiene la tentación de abrazarla, de acariciarle la cara. Pero no lo hace. Están en un entorno demasiado público. Así que levantan la voz y cruzan un par de frases de trabajo antes de separarse.
Y ahora el espectador no sabe qué ha pasado en realidad y cómo va a afectar este hecho a la historia. ¿Habrá abortado Joan o habrá decidido tener el niño? ¿Cómo afectará cualquiera de las dos decisiones a Joan? ¿Y a Roger? ¿Alguno de los dos romperá su matrimonio si el niño finalmente nace?
Lo bueno es que Roger cree que Joan ha abortado y cree que esta tormenta ha pasado. Pero puede que no sea cierto. Puede que se avecine una tormenta todavía mayor.
Ahora está en nuestra mano (la del guionista) desvelar una opción o la otra y ver qué posibilidades nos abre.
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